INTRODUCCIÓN
La concepción de una vejez idílica y equilibrada,
se debió, entre otras cosas, porque alcanzar edades avanzadas en tiempos
remotos, era digno de admiración, y en este caso, sin importar la edad, todos
los miembros de una familia participaban activamente en la vida social. Este
paraíso gerontocrático corresponde solamente a un pequeño sector de la
población envejecida, aquella que goza de alto estatus social, relaciones
afectivas y amplias redes de apoyo solidario.
Si la vejez no es idílica, entonces ¿cómo se vive
la vejez en la población, especialmente en grupos sociales culturalmente
distintos, cuando estos han superado el promedio de esperanza de vida?, ¿cómo
afrontan los procesos de salud emocional-enfermedad-atención en la edad extrema
—80 y más años, cuando son abandonados por sus familias?
Este estudio plantea como objetivo dar cuenta de
cómo se vive la vejez en un grupo étnico determinado, personas de edad
avanzada, cuando son abandonadas por sus seres queridos y la enfermedad es
insidiosa y multifactorial. Cuando la salud está más en riesgo producto de ser
anciano.
Analizamos la vejez desde la etnogerontología
social a partir del estudio y explicación del último tramo del ciclo de vida en
un grupo determinado, cuyas particularidades socioculturales y efectos externos
influyen y modifican la manera de concebir, atender y vivir la vejez dignamente.
En el desarrollo del estudio definimos la población adulta mayor y
presentamos la concepción de la vejez y cómo entienden la enfermedad, seguido
de cuatro estudios de caso de ancianos residentes en Hogar De Los Abuelos San
Antonio de Ocaña, para concluir el
trabajo destacando la heterogeneidad en la vejez y la necesidad de hacer visible
la incidencia que tiene en el ámbito emocional de las personas el envejecer en
poblaciones vulnerables y por ser abandonados por sus familias.
Breve
Reseña histórica:
La casa hogar de los abuelos
tuvo sus inicios en lo que se llamaba
también el Hogar de los pobres en el Barrio la piñuela de Ocaña, más
exactamente en la Capilla de San Antonio las hermanas de la caridad
administraban con recursos privados y la ayuda de las administraciones locales,
éstos humildes inicios de esta institución que es un icono y ejemplo en la
ciudad de Ocaña, por la labor de cuidar de los ancianos más vulnerables u
olvidados por sus familias y también a las niñas pobres abandonadas o que no
tenían padres que se responsabilizaran por ellas. Lo que convirtió a esta casa
hogar en albergue de los más necesitados, donde las religiosas que están
encargadas de realizar una tarea altruista y muy poco tenida en cuenta por la
sociedad.
Después de más de 40 años de
funcionamiento, El Hogar de Los Abuelos de San Antonio, logra con recursos
privados tener unas instalaciones más acordes a las necesidades de los
ancianos, se construye el lugar de habitación al estilo campestre en el barrio
los Almendros de Ocaña en donde están albergados actualmente alrededor de 40
abuelos.
LA POBLACIÓN ADULTA
MAYOR. SU REFERENTE DEMOGRÁFICO
Imagen 1. Anciana de 85
años
La población de Ocaña
es principalmente urbana con un 89.5% (85.233 habitantes), y el 10,5% (9.957
habitantes) reside en la zona rural, para un total de 95.190 habitantes, según
las proyecciones del DANE. En el departamento Norte de Santander el 78% de sus
habitantes residen en la zona urbana y 22% en la zona rural, y en el país el
76% de su población habita en zonas urbanas y el 24% restante lo hace en zonas
rurales (DANE, Edades_Simples_1985-2020).
En términos de
habitabilidad, las estadísticas indican que el número de personas por hogar en
Ocaña es de 3,9 (DANE2005), un 68,2% de estos hogares está compuesto por 4 o
menos personas (DANE 2005), y el 32,6% de la población de Ocaña nació en otro
municipio (DANE 2005).
Adulto
Mayor. La población de adultos mayores del municipio es del
10.85%, de los cuales 4.415 son hombres y 5.909 mujeres (DANE,
Edades_Simples_1985-2020).
Las estadísticas
muestran que el tema del maltrato hacia el adulto mayor se encuentra bastante
controlado en el municipio, para el año 2010 el Instituto Nacional de Medicina
Legal y Ciencias Forenses reporta una tasa de adultos mayores víctimas de
violencia intrafamiliar del 9.9 (por cien mil), frente al Departamento (46.22)
y la Nación (36.47).
Sin embargo y a pesar
de los reportes estadísticos, esta población por su condición de vulnerabilidad
presenta carencias a diferentes niveles, tales como el poco reconocimiento
dentro de sus familias, lo que conlleva a la pérdida de espacios físicos y
espirituales, autoestima y autoridad dentro del núcleo familiar.
El 28.24.% de los
adultos mayores del municipio de Ocaña se encuentran recibiendo el subsidio
económico que otorga el Ministerio de la Protección Social con el Programa de
Protección de Social para el Adulto Mayor “PPSAM” (2.882 directos y 34
indirectos), este subsidio tiene un valor de $120.000 bimestrales. A partir de
septiembre de 2011 el complemento nutricional brindado a los adultos mayores
mediante el Programa Nacional de Alimentación para el Adulto Mayor PNAAM “Juan
Luis Londoño de la Cuesta” (almuerzos calientes) direccionado por el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar, fue suspendido, aspecto que ha perjudicado no
solo la alimentación de los adultos mayores beneficiaros del programa, sino que
redujo los espacios de recreación. Por otra parte el municipio solo cuenta con
dos Centros de Atención al Anciano: el Hogar del Anciano Desamparado Nuestra
Señora de las Gracias de Torcoroma, y el Asilo San Antonio con un total de 81
ancianos atendidos entre las dos instituciones. Estas entidades reciben el
recaudo por estampilla pro ancianos, sin embargo funcionan con mucha
limitaciones financieras y operativas. [1]
En la población adulta mayor, conforme a la edad avanza la probabilidad
de sufrir una discapacidad se incrementa considerablemente. Por ejemplo,
durante la vejez el individuo está propenso a sufrir osteoporosis, debilidad
visual, mareos, etc., y con ello caídas o tropezones que provocan,
generalmente, fracturas múltiples, dependencia de los viejos y los cuidados son
más demandantes; el problema se agrava cuando inciden factores sociales como la
pobreza, la viudez, la falta de apoyos solidarios, de servicios y muy
especialmente si viven solos.
Por otro lado, los cuidados y atenciones que requiere este sector
envejecido son especializados y caros, situación que afronta en forma
desventajosa la población pobre, toda vez que además hacen frente a
padecimientos crónico-degenerativos propios o asociados con la vejez, tales
como infartos, cánceres malignos, diabetes, paraplejias, embolias, cuadros
reumáticos agudos, osteoporosis, demencias, entre otros muchos padecimientos
discapacitantes que demandan atención de tiempo completo.
Los adultos mayores constituyen el grupo más grande de beneficiarios de
la asistencia social en el mundo entero. El número de ancianos
institucionalizados se encuentra en constante crecimiento y sus necesidades de
atención son muchas. Si bien la mayoría son funcionales e independientes,
absorben una porción significativa de los gastos en salud y con frecuencia
requieren de cuidados prolongados administrados por personal experimentado.
En este aspecto, una
cuarta parte de la población Ocañera anciana tiene acceso a los servicios de salud.
El servicio médico oficial existente es básicamente de primer nivel y a través
del Programa de la Alcaldía actual: Adulto Mayor activo,
saludable y confiable. [2]
El
programa propende por garantizar la atención y la protección a los adultos
mayores en situación de vulnerabilidad. Los proyectos para mejorar las
condiciones de esta población son: “Fortalecimiento del Programa de Protección
para el adulto mayor PPSAM”; “Gestionar recursos para la Creación del Centro
vida para el adulto mayor en el municipio de Ocaña”; “Implementación de
programas para mejorar las condiciones sociales de los adultos mayores y
garantizar sus derechos”, derechos a llevar una vida digna, satisfaciendo sus
necesidades de alimentación, vivienda, recreación y salud. Sin embargo, los
ancianos que viven en el Hogar del Anciano San Antonio, les cuesta mucho
acceder a los servicios de salud, pues aunque tengan personal que los cuide,
muchas veces se les dificulta ir hasta un centro de Salud o al Hospital local
de la ciudad, y ante la escases de servicios médicos domiciliarios para la
población mayor en Ocaña, los abuelos muchas veces prefieren tomar medicinas
que les dan en donativos o con remedios caseros, con el fin de exponerse a
realizar largas esperas en los pasillos de un centro de atención medica.
PERIODO DE LA VEJEZ. PUNTO DE VISTA DE LA SOCIEDAD OCAÑERA.
Las opiniones en la sociedad ocañera se encuentran divididas entre los que creen que es una necesidad apremiante ¡no olvidarse de los abuelos! y que se les debe
prestar más atención y los que no saben cuáles son sus
necesidades y falencias, las desconocen o son indiferentes a todo aquello que
implique colaboración, sobre todo en temas de salud y recreación; sin embargo,
cuando algún miembro de la familia se ve tocado con este tema, es decir, porque
tienen algún familiar en el acilo, es entonces cuando se sensibilizan de las
necesidades de los demás abuelos que son totalmente receptivos a las muestras
de afecto y cariño que cualquier persona les pueda dar, porque no es fácil estar allá alejados de sus
familias (cuando las tienen), sin ningún anhelo de vivir, o esperando que
llegue su hora y en el caso de algunos padeciendo
enfermedades como artritis, reumatismos, dolores de cabeza, diabetes,
otros sin poder caminar, aferrados a una silla, o dependiendo de la ayuda de
los que se compadecen de sus cargas, las donaciones que realizan las personas
son recibidas con gran anhelo por estos abuelitos como fue la ocasión en que
recibieron la dotación de camas y colchones para todos, por parte de ocañeros
que viven en el exterior y se acuerdan de ellos.
EL PERIODO DE VEJEZ
Entendemos por vejez el último tramo del ciclo de vida, un periodo largo
en años que trascurre a lo largo de tres a cuatro décadas o más por vivir.
Desde la perspectiva social se busca explicar cómo se vive esa etapa en la que
inciden diversos factores que constituyen la carrera de la vejez. Esta fase se
asocia o distingue a partir de varios criterios, como son los sociales,
culturales, factores de orden biológico y etarios.
En la esfera social es la actividad/inactividad, el sentirse útil y
productivo, la línea que distingue el ser considerado “viejo” o no. Por ejemplo,
para acceder al trabajo remunerado y encontrarlo después de los cuarenta años
es ya de por sí un problema, pero si trasladamos esa situación a edades que
traspasan la frontera de los 60 años toma tintes dramáticos.
En el ámbito biológico, es la enfermedad crónica y degenerativa la que
da indicios de que la persona sea catalogada como vieja, y la pérdida de
lucidez mental es el elemento que determina cuando se ha alcanzado la vejez
extrema; entonces al anciano ya no se le consulta y deja de ser elemento
operante en la familia, perdiendo el control no solo en la esfera familiar sino
también en la social. Cabe aclarar que la demencia senil no es percibida como
enfermedad grave, sino como una expresión natural de la edad avanzada.
La edad es un criterio clasificatorio y en buena medida está asociada,
directa o indirectamente, con la salud-enfermedad, roles sociales y la
productividad.
Por las anteriores razones, el adulto mayor se ve sometido a recibir
maltrato físico y verbal por parte de sus familiares, hasta llegar al extremo
se ser abandonados en hogares geriátricos, donde el desamor de sus seres
queridos los exponen a vivir con desconocidos y sumirse muchas veces en un
estado emocional provocando daños mentales, de inmensa tristeza, inutilidad y
depresiones de larga duración.
EXPERIENCIAS EN LA VEJEZ
Se presentan cuatro testimonios de ancianos donde podemos advertir la
compleja red de relaciones sociales que se tejen alrededor del viejo en edad
extrema. Las respuestas son variadas, van desde actitudes de conformismo e indiferencia
y relaciones afectivas y solidarias débiles:
Anciana: Josefina Collazos de 85
años de edad, de la ciudad de Ibagué
La señora cuenta que sus padre murieron hace
muchos años cuando ella era joven, desde los 25 años de edad llegó a trabajar
al hogar de los abuelos en Ibagué con la hermana María Teresa ya
fallecida. A la hermana la trasladaron para esta ciudad, Ocaña y le propuso a la señora Josefina que si
aceptaba venirse con ella y sin pensarlo dos veces aceptó. En estos momentos la
señora tiene ochenta y cinco años todo este tiempo ha vivido con las hermanas
en el hogar y hasta el momento se siente como en su casa y con su familia, ella
no sabe si sus hermanos y demás parientes viven.
Anciana: Ana Dilia de la Rosa, 87 años de
edad De Ocaña
La Señora Ana Dilia de la Rosa, tiene un hijo pero vive en
Bogotá, ella tiene más familiares en Ocaña a los cuales de vez en cuando sale a
visitarlos, él la visita cada vez que pueda y se le lleva a su casa por unos
días, él está muy pendiente de ella, sin embargo extraña y desea poder vivir en
un entorno familiar, con su hijo y nietos, ella es viuda hace cinco años y se
encuentra en el hogar hace dos años. Manifiesta que no le agrada mucho estar
ahí pero que le toca porque su hijo decidió dejarla en ese lugar para que estuviera
mejor y vieran de ella. Ella a pesar de su edad avanzada tiene muy buena
noción, memoria y sabe contar sus anécdotas es una de las
abuelas que más tiene lucidez es muy inteligente,
Pues no manifiesta sufrir de una enfermedad grave.
Anciana:
Ana
Dolores Carrascal (Lolita)
87 años de edad de
Convención
Anciano: Don Laureano Bayona,
88 Años, de Ocaña
Don Laureano desde muy joven fue considerado que poseía un “don”
especial, pues tenía una serie de habilidades, mismas que cultivó desde edades
tempranas. Por ejemplo, era diestro en tocar la flauta y el tambor al mismo
tiempo, normalmente se requieren dos ejecutantes; lo mismo tocaba sones,
zapateados, danzas, rezos y, además, hacía sus composiciones. Se casó muy
temprano, su esposa murió a los pocos años de casados, dejando 3 hijos a su
cargo, los cuales por razones económicas les tocó irse a otro lado a trabajar y
de allí no volvió a saber de ellos. Lo dejaron solo, enfermo y sin forma de
vivir. Por unos vecinos que se apiadaban de él, le suministraban la comida,
pero en vista que cada vez enfermaba y ya no podía caminar, decidieron llevarlo
al Hogar, para que así tuviera compañía y alguien que estuviera pendiente de
él. Don Laureano, cuenta con voz entrecortada que no se explica por qué recibió
ese trato de parte de sus hijos, si cuando él estuvo bien, siempre les ayudó y
nunca les faltó nada en su crianza. Aunque está acompañado con otros ancianos,
lleva una profunda tristeza.
CONCLUSIONES FINALES
Hace décadas, alcanzar edades avanzadas era digno de admiración y causaba respeto en las personas que lograban jugar roles importantes en la comunidad, quizá por ello la literatura etnográfica dibujaba una vejez homogénea y bastante idílica. El proceso de envejecimiento trajo como consecuencia modificaciones sustanciales en la forma de percibir, vivir y atender la vejez, y ha puesto al descubierto el maltrato, el abandono y situaciones de pobreza extrema en la que viven aún un gran número de viejos.
Las condiciones para hacer frente al proceso de envejecimiento de los
ancianos del Hogar de los Abuelos de San Antonio, no son las mejores, pues se conjugan varios
factores adversos: marginación, pobreza y falta de apoyos asistenciales. Se han
dado los primeros pasos, pero estos son aún insuficientes, razón por la cual,
es el anciano, la familia, especialmente las mujeres y la comunidad los
encargados de hacer frente a este reto poblacional.
Nuestro interés estuvo centrado en entender cómo vive el anciano la
vejez en edades extremas ante una enfermedad o alguna discapacidad,
especialmente cuando se conjugan la falta de cariño de los familiares, la pobreza,
la marginación, la falta de servicios médicos y sociales. Buscamos entender la
cultura del grupo respecto a la vejez y el abandono de sus seres queridos; nos
apoyamos a través de testimonios, conjugando elementos que nos orienten para
entender cómo procede la familia y la comunidad. Los ejemplos presentados
muestran que la vejez tiene un comportamiento diverso y que su problemática
social es mucho más compleja. Cada testimonio evidencia problemas distintos y/o
alternativas de atención.
De igual manera, las evidencias señalan que el anciano, en tanto se
mantenga lúcido y activo en sus funciones, puede vivir una vejez menos accidentada.
Ser o haber sido bueno para tocar un instrumento, bien padre, músico, artesano,
entre otras ocupaciones, da prestigio social, genera algunos ingresos y son
factores que muestran indicios de gozar ciertos soportes en la vejez avanzada.
Esta situación no siempre se logra, por eso los ancianos tejen estrategias para
la ayuda organizada, generalmente desde el espacio religioso. Los testimonios
dan cuenta que en el sector católico, el grupo de “creyentes” es una estrategia
digna de considerar para entender cómo funciona la autoayuda en el seno
religioso, y hasta ahora cómo sirve de soporte en la vejez desprotegida.
Un problema importante que se reconoce para ser beneficiario de los
programas oficiales de apoyo, especialmente en la vejez, es el requerimiento de
documentos que algunos ancianos no tienen, como es el acta de nacimiento, entre
otros documentos oficiales; para el trámite de alguno de esos requisitos, el
anciano necesita también testificar con la presencia de personas de igual o de
mayor edad que él o ella, y esto se convierte en un círculo vicioso. El Estado
ha mostrado incapacidad para dar solución a este problema que afecta a la
población más vulnerable.
Como última reflexión, no obstante que existe la Ley de los Derechos del
Adulto Mayor, hace falta difundirla en los diversos medios, darla a conocer en
las escuelas y generar una cultura de la vejez que propicie la protección del
anciano o anciana. Además hace falta instrumentar programas de atención al
sector envejecido que generen mecanismos de responsabilidad en las familias, hijos
y familiares cercanos, que abandonan, maltratan y despojan a hombres y mujeres
en la vejez, pues como vimos este problema se complica más al haber alguna
discapacidad. En este aspecto se cuentan más las mujeres desprotegidas, aunque
tengan familiares e hijos, llegando al extremo de sobrevivir de la caridad
pública.
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